Eduardo
Ramírez Ruelas
Leí completo el libro Gris de lluvia de su autora la doctora Silvia Quezada, una colección de cuarenta y un relatos breves. Cuando inicié el texto una frase me dejó perplejo: “Una de esas tormentas que provocan grietas en el suelo”. Así lo define en el prólogo Luis Alberto Pérez Amezcua, y no se equivocó en lo absoluto. Y luego esa frase tan bien acuñada me acompañó en la lectura de la obra completa: “Una de esas tormentas que provocan grietas en el suelo”.
Quiero asegurar que desde la lectura de este texto una interminable tormenta interna se ha sembrado muy dentro de mí y ahí permanecerá por siempre. Quezada ha quitado capa por capa lo innecesario, las palabras que sobran se han ido, dejando un texto descarnado pero bello, para asistir a una fiesta de pureza del lenguaje encarnado y terrible. Tan terrible como la propia realidad que enfrentamos.
El libro Gris
de lluvia,
compuesto por cuarenta y un relatos breves está dividido en tres
secciones: mujeres insumisas, mujeres trágicas y personajes. En
mujeres insumisas se da vida las damas que se han atrevido a alzar la
voz o dar el paso necesario; en mujeres trágicas, la tragedia es
palabra que atraviesa el capítulo entero y en personajes; la verdad
adquiere rostro.
La prosa de la maestra Silvia Quezada es de un
laconismo que no llega a lo lapidario, pero que si se baña de poesía
completa. Cada historia contada en esta obra nos llena de realidades
mientras las palabras caen como sentencias. Así de fuerte es la
tormenta desatada en este libro de cuentos que por algo le hizo
merecedora de las Llaves del Centenario en la república de
Panamá.
Es obvio, recomiendo el libro completo, pero si se me
permitiera abusar en la recomendación hay un cuento en especial que
no exagero cuando digo que me dejó temblando y no de miedo. Me dejó
temblando por la gran maestría de la realidad retratada. El cuento
se llama “Cuando tienta la noche”, y está dentro del apartado de
mujeres insumisas, justamente en la página 32. Me confió la maestra
Silvia que este cuento corresponde a una fecha exacta: 10 de agosto
de 1949, día en que Rebeca Uribe salió de su casa para no
regresar.
Cada una de las historias de este pequeño pero
maravilloso libro, deben ser leídas por todos, pero especialmente
por las mujeres porque él intenta mostrar el mundo descarnado de lo
difícil que ha sido en nuestro mundo el ser mujer. Sin rayar en un
feminismo de pancarta barata; Silvia Quezada asume su compromiso
íntegro con narrar la destrucción de la realidad recreando los
agravios y esto mostrado no como lluvia gris, sino como torrente.
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